Entrevista
a Quique García y Haydeé Santacrocce.
Por Cristian Payalef
Si
bien hace mas de cincuenta años que están juntos, tanto Haydeé como Quique
guardan muchas historias de lo que era su vida antes de conocerse. Entre risas,
galletitas y unos ricos mates, los recuerdos brotaron y nos transportamos
directamente a esos años donde la radio era parte importante de su vida y
representaba mucho más que una simple forma de entretenimiento. “La radio era
la forma de comunicación con el mundo externo a la familia” nos cuenta Haydeé.
Una
tarde no basta para contar toda una vida. Aún así, tanto Haydeé como su marido
Enrique o “Quique” como todo el mundo lo conoce en Patagones, me abrieron las
puertas de su casa para regalarme algunos de los momentos más valiosos e
inolvidables que pasaron en compañía de la radio.
A
sus 73 años, Quique recuerda con mucha nostalgia, el gran esfuerzo que
significó para su familia construir la casa familiar. A la edad de 7 años, él y
su familia dejaron el barrio de Parque Patricios para establecerse en San
Vicente, un pequeño asentamiento a unos cuarenta kilómetros de la capital
federal. “¡Una locura en aquel momento! Tomar un tren implicaba 2 horas para
hacer 40 kilómetros” contaba.
Así
fue como pasó parte de su niñez y adolescencia en ese lugar donde la radio
significó para él, mucho más que una mera compañía.
“Mi
viejo había hecho un esfuerzo muy grande y trajo un día una radio enorme con un
dial enorme, grande como un cuentakilómetros de los autos ¡Impresionante! (…)
Alimentada por baterías, que era típico en ese momento. La tenías que llevar a
cargar a un lugar específico. No se cargaba en cualquier lugar. Nosotros
teníamos un carrito y yo en el carro la llevaba a ese lugar a cargar cuando nos
quedábamos sin radio”, recuerda.
Para
Haydeé, las cosas fueron un tanto diferentes. Vivió sus primeros años en
distintos puntos del Gran Buenos Aires, siempre dentro de un hogar donde la
radio representaba el momento de reunión que compartía diariamente con sus
padres y hermanas. “Y bueno, congregaba bastante a la familia. Escuchábamos
programas muy familieros” dice.
No
solo recuerda a los artistas y los programas de ese momento, sino que también
destaca que durante la década de los 50, no existía la cantidad de opciones que
tenemos hoy en día. La oferta de emisoras radiales era muy limitada, “las
radios eran El Mundo, Belgrano, Esplendid que creo que todavía existe y Radio
del Pueblo”. Pero aún así señala que no faltaban opciones para todos los
gustos.
“Por
ejemplo, cuando era chica yo, a la tarde había algún radioteatro que
escucharían mi mamá o mis tías. El radioteatro Palmolive en el Aire se llamaba.
Pero nunca fui muy adicta a escuchar
radioteatro. Nos peleábamos porque mamá y yo queríamos escuchar Antonio
Tormo y mis hermanas querían escuchar un programa que era una historia de
enfermeros y médicos que se llamaba La Doctora Lezica y que estaba a la misma
hora”, nos comenta. “Después había uno
que se llamaba “Blanquita y Héctor” (“¡Que Pareja!” - LR1 Radio “El
Mundo”) sobre “un matrimonio con todas las cosas que le pasaba a un matrimonio”
agrega.
Pero
la memoria de Haydeé no olvidó de recordar a uno de los programas más
emblemáticos de la radiofonía argentina y que aún hoy sigue muy presente en el
imaginario colectivo: “Había un programa que todo el país escuchaba y se
llamaba Los Pérez García, ¿nunca sentiste que dicen: “tenés más
problemas que los Pérez García”? Bueno, ¡Todo el mundo escuchaba ese
programa! Por eso es que se hizo famoso el dicho... Era una familia que siempre
tenía algún problemita, pero siempre se solucionaban. La pareja mayor, que todo
el mundo la conocía, eran Sara Prósperi y Martín Zabalúa. Y bueno, tenía
continuidad como cualquier radioteatro. Estaba en Radio El Mundo y era muy
escuchado” dice.
Además
de los radioteatros, remarca la gran cantidad de programas cómicos que había en
aquella época, algunos de los cuales recuerda con cariño. “Fidel Pintos
tenía un programa. Después Tato Cifuentes que hacía muchos personajes.
Él cambiaba la voz cuando hacía el programa, Tatín se llamaba porque hacía de
chico... Pero en el mismo programa, hacía de chico, hacía de grande, hacía de
señora, hacía de tía. ¡Estaba muy bueno! Era un chileno. También Luis
Sandrini tenía su horario. Lo hacía con un referente importante de los
medios de comunicación: Don Antonio Carrizo.”
Por
su parte Quique, aportó algunos de los programas que más disfrutaba escuchar.
Como la mayoría de los argentinos, sintió la pasión por el fútbol desde muy
chico y en una época muy particular para disfrutar de los partidos.
“Básicamente
el acercamiento a la radio tuvo que ver con la experiencia como varón de tíos
que me acercaron al fútbol. (Escuchar) El fútbol tenía que ver con tu
imaginación porque el relato solía ser muy bueno, pero lo otro lo ponías vos.
Imaginando la jugada y siguiendo el relato de relatores famosos que pusieron la
vida en el relato periodístico. Bernardino Veira, Muñoz y tantos otros...”
Pero
también menciona con nostalgia a los programas de aventura, los cuales copaban el espacio infantil de las emisoras
durante los años 50 y 60.
"Había
uno que tenía que ver con Tarzán que era un héroe de la selva. Otro programa de
aventuras se llamaba Poncho Negro que era un personaje que andaba a caballo con
un poncho negro, ¡un justiciero con pistola en la cintura!
“Con mi hermana poníamos música y nos poníamos a bailar.”
La
música era algo ineludible para los jóvenes por aquellos años y los temas del
momento les llegaban a través de la radio. Haydeé recuerda: “Había un programa
de tango que se llamaba “El Glostora Tango Club”, duraba 15 minutos y
había una orquesta en vivo, estaba Alfredo de Angelli y cantaban Julio
Martelli y Carlos Dante y nos encantaba a todos.”
Al
ir creciendo, comenzó a escuchar otro tipo de música y se unió a la fiebre del
momento. “Ya con la adolescencia escuchábamos mucha música. En esa época
empezamos con el rock cuando recién empezó a caer el rock acá. Después vino
Elvis Presley. Escuchaba todos los grupos de Rock y de Jazz. Radio El Pueblo
tenía un programa. Con mi hermana poníamos música y nos poníamos a bailar.
Después arranco la época del folclore. Yo ya era un poquito más grande y fue un
furor. Empezó a surgir con la “Zamba Angélica” y después apareció Cosquín” dice.
Quique
vivía una realidad distinta. Al pertenecer a una familia protestante, debía
seguir ciertos mandatos en su hogar, sin embargo no se perdió de disfrutar los
géneros más tradicionales. “Como evangélicos protestantes te ponían ciertos límites.
Se entendía que algunas cuestiones no tenían que ver con tu fe. No obstante
escuchar el tango era regla, era norma. Escuchar folclore cuando había y la
música clásica” cuenta.
“Puedo
tener muchas anécdotas pero no te alcanzaría la tarde. ¡Son muchos años!”
La
política, y en particular el peronismo se vivieron fuertemente a través de la
radio que permitía que el mensaje pudiese llegar a todos los rincones del país.
Haydeé recuerda aquellos momentos donde la radio se tornó en la mediadora entre
el gobierno y el pueblo: “Mi familia era peronista, mi abuela, tíos, mi mamá...
porque ellos vivieron el peronismo, no es que se los contaron, el primero y el
segundo también. Un recuerdo que tengo es cuando se hacían las fiestas patrias
o las fiestas del trabajo, mi abuela nos juntaba a todos y cantábamos el himno
todos parados. Tenía un montón de nietos mi abuela. Eramos muchos primos. Nos
juntaba alrededor de ella, por la radio sentíamos el himno y lo cantábamos.
También te puedo contar: “Comunicado N°1...” cuando se venían los golpes de
estado, uno atrás de otro. A través de la radio se comunicaba que habían
limpiado los gobiernos. Y no limpiaron uno, limpiaron muchos. El que me acuerdo
fue cuando voltearon a Perón. Después en la época de la dictadura, la censura.
El dominio de las dictaduras en las radios fue tremendo. Programas cómicos eran
los que más proliferaban así estabas “entretenido”. ¡Eso fue duro!”
Ya
en la década de los sesenta, la llegada masiva de la TV cambió el panorama,
algo que esta pareja recuerda muy bien. “La televisión fue primero inaccesible
para los trabajadores. Primero tenías que tener mucho resto para comprarte un
televisor. Segundo, mucha dificultad
porque tenías que tener una antena, tenías que orientarla y no veías muy bien.
Era un mundo insondable para los pobres”, recuerda Quique
Haydeé
agrega “Primero toda una novedad, uno quería ver. Después cuando vinimos acá (a
Patagones), llegamos a tener pero vivíamos en una “nube de humo”, muy lejos,
estábamos muy aislados. No llegaban las noticias. En la época de la dictadura
estuvo muy controlada. Las noticias nos llegaban por los amigos. La tele
desplazó a la radio pero eran todos programas shampoo en esa época”.
Finalmente,
antes de terminar la charla, reflexionamos juntos sobre la actualidad de la
radio en la era de las comunicaciones y el imparable avance de la tecnología.
Al consultarle por un potencial fin de la radio, Haydeé contestó “La radio como
aparato puede ser, pero (ahora) escuchamos la radio por Internet. Yo la escucho
por Internet. Pongo el teléfono, pongo Internet y escucho la radio que me gusta
escuchar a mí. Pero creo que por ahora no se la va a desplazar. Hay mucha gente
que escucha la radio. Es una forma de comunicación muy importante”.
En
una charla amena y cordial pudimos recuperar esos tesoros del pasado que muy
gentilmente Haydeé y Quique me dejaron apreciar. Si bien el tiempo pasó volando
fue enriquecedor ver como los medios van más allá de su función primaria y se
convierten en testigos y a veces protagonistas de aquellos momentos
inolvidables de nuestras vidas. Aquellos momentos que los más nostálgicos
guardamos con cariño.